BIOLUMINISCENCIA


Se conoce como bioluminiscencia a la producción de luz de ciertos organismos vivos. El nombre es una palabra originada del Griego bios que significa "vivo" y del Latín lumen que significa "luz". Es un fenómeno muy extendido en todos los niveles biológicos: bacterias, hongos, protistas unicelulares, celentéreos, gusanos, moluscos, cefalópodos, crustáceos, insectos, equinodermos, peces o plantas. 


Es un proceso químico que permite a los seres vivos sintetizar Luciferina, una enzima catalítica que reacciona con el oxigeno y genera un exceso de energía liberado en forma de luz. Los colores más habituales son el verde y el azul, y la presencia de amarillos y rojos. Se dice que casi un 90% de los seres de las zonas medias y abisal (profundas) de los océanos producen luz de alguna manera. 


Las razones pueden ser la atracción sexual, la protección contra depredadores o la caza. Hay varias maneras de originar este tipo de luz biológica. La iluminación de las luciérnagas, algunas especies de calamar o seres unicelulares como los dinoflagelados procede del interior del cuerpo. Es más las luciérnagas amplifican su luz con unos cristales a modo de reflector.  Otros seres vivos crean la luz fuera de su organismo, expulsando las sustancias que originan la reacción luminosa. Es el caso de crustáceos y algunos cefalópodos de las profundidades marinas. 


Ciertas especies de insectos, gusanos, moluscos o peces, se valen de unas bacterias luminiscentes conservadas en sus vejigas. En alguna de ellas estos órganos están conectados a su sistema nervioso, de manera que controlan la luz de su abdomen cuando sienten atracción sexual, como el caso de las luciérnagas.  Cada especie emite  frecuencias y longitudes de onda diferentes y especializadas para hacer llegar claramente su mensaje a quien corresponda. 


La Armillaria mellea es una especie de hongo submarino que genera luz intensa atrayendo así a los insectos que se le acercan y la tocan dispersando así sus esporas para perpetuar su descendencia. Otra de las razones de la bioluminiscencia es la defensa. Los organismos sinóforos emiten partículas brillantes en el mar, como fuegos artificiales, para confundir a sus atacantes. Estas partículas son pegajosas y se adhieren a la piel de sus atacantes, que les hace visibles e indefensos ante sus propios depredadores. 


Algunas medusas y estrellas de mar son capaces de desprenderse de una parte de su cuerpo bioluminiscente para distraer a su enemigo y huir. El tiburón cigarra ilumina su cuerpo para camuflarse en el agua menos una pequeña parte de su vientre, que utiliza para simular la silueta de un pez pequeño y atraer posibles presas.


La capacidad bioluminiscente tiene múltiples aplicaciones prácticas. Las bacterias bioluminiscentes del agua se utilizan como detectores de la contaminación del entorno, ya que los elementos tóxicos afectan a la intensidad de la luz y permiten medir la polución tanto en medios ambientes externos como en sistemas internos del ser humano para detectar enfermedades o presencia de algunos agentes especiales.


Las plantas y algunas de sus especies marinas y terrestres, también tienen una capacidad bioluminescente que les permite atraer, alejar, comunicar o transformar los factores de su medio.


Algunos pequeños pulpos también poseen bioluminiscencia y se cree que la utilizan como atracción para sus presas. Muchas de las células que controlan las ventosas han sido sustituidas por fotóforos, encargados de generar esta bioluminiscencia (luz de color verdosa). Viven a más de 2.500 metros de profundidad, cuentan con dos aletas y una coraza interna y alcanzan 5 metros de diámetro con los tentáculos extendidos.  



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