EL ARTE DE AMAR
Muchas veces el arte está asociado a creaciones humanas que manifiestan sentimientos, ideas o expresiones. Así también, un pequeño pez de la familia de los peces globo y perteneciente al género torquigener, es capaz de crear un diseño único en el fondo del mar, una verdadera arquitectura hecha para el amor, a través de un momento sublime casi único en la naturaleza, para llamar la atención de una hembra y poder así reproducirse.
Con sus aletas como únicas herramientas, junto con pequeñas conchas que usa para limar ciertas estructuras y decorar el armado general, el pez logra construir una especie de mandala con sobrerelieve, que es la vez un palacio (en el budismo, un mandala es un palacio). Aunque él sólo mide 12cm, concibe un plan de perfección matemática construyendo una figura/estructura de 2m de diámetro. 
La hembra examina este aposento de amor geométrico colocándose en el centro del mandala, mientras el macho la rodea en la periferia; si lo aprueba se reproducirán ahí, dejando ella sus huevos en el centro, en el nido-trono de la construcción. 
No se sabe cuáles son las características de la construcción que convencen a la hembra, si se trata de una suerte de formación afrodisíaca o si la hembra revisa la arquitectura de la construcción contemplando que sirva como un nido seguro para reproducirse. 
De cualquier manera esta hazaña es de una belleza asombrosa, ya sea como una programación estética de la evolución o como la belleza accidental de la función reproductiva.